Carlos Peña y el MIR

Señor Director:

Para entender a Carlos Peña, primero hay que entender que él es el actual Rector de la Universidad Diego Portales, cuyo nombre nos recuerda a ese comerciante y ministro conservador que lideró la revolución de 1829. Ese que, a sangre y fuego, durante el gobierno de José Joaquín Prieto, eliminó y fusiló a cuanto caudillo se pusiera por delante de sus ideas y del principio de autoridad, a tal punto que algunos lo confunden con un dictador. Razón suficiente, según aquellos, para justificar su asesinato, tal como le ocurrió, en otras circunstancias y en otra época a Jaime Guzmán, el líder y fundador de la UDI. Grupos asesinos que, siguiendo la lógica de Peña, nacieron al regazo de dictaduras violentas.

Por lo mismo, cuando Peña, en su columna del domingo 21 de julio, donde “El Mercurio” le concede carta blanca para que escriba todas sus leguleyadas, los ignorantes lectores, nos tuvimos que tragar su dialéctica filosófica, que se fundamenta y respalda en sus experiencias como uno de los directores de CIPER y del mal llamado Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Razones más que suficientes para que el Diario “La Segunda”, lo declarara en una oportunidad como el intelectual más poderoso y en otra, como el más influyente. Un título que él —sabiamente—se apuró en descalificar.

Pero, así y todo, este columnista dominical, escritor, abogado, magister en sociología y doctor en filosofía, ante la escasez de patriotas valientes, académicos e intelectuales de similar peso, cada semana y sin misericordia, nos bombardea con sus pensamientos y reflexiones evangelizadoras. Todo ello, como decía Sócrates 350 años de Cristo, “…mientras nuestra democracia se autodestruye porque ha abusado del derecho de igualdad y del derecho de libertad, porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto a las leyes como una libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad y la anarquía como felicidad…”

Christian Slater Escanilla.

Coronel de Ejército.

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