La condición genera un estado de inflamación en el hígado y en el tiempo es posible desarrollar cirrosis e incluso cáncer hepático. La obesidad y la diabetes son los factores de riesgo mas relevante. Los habitantes de países con influencia amerindia podrían tener una mayor predisposición a desarrollar la enfermedad. Bajar un 10% el peso corporal sería uno de los mecanismos más efectivos para revertir este diagnóstico.
El próximo 12 de junio se conmemora el Día Internacional del Hígado Graso no alcohólico, condición de salud caracterizada por la acumulación anormal de grasa en el hígado con el riesgo de desarrollar lesiones en las células, inflamación, eventos cardiovasculares, cirrosis o cáncer de hígado. La Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE) advierte que los índices nacionales de obesidad y sedentarismo en alza, proyectan hasta un 35% de prevalencia en la población adulta en Chile.
A diferencia de otros diagnósticos asociados al alcoholismo, este cuadro clínico se presenta en adultos que no consumen cantidades significativas de alcohol. Solo en Estados Unidos, las estadísticas de hígado graso no alcohólico se ha duplicado en los últimos 20 años y se asocia a diabetes y obesidad. Sus complicaciones vinculadas al desarrollo de cáncer o requerimiento de trasplante, lo convierte en un problema de salud relevante, principalmente en países como Brasil, Chile, México y Colombia.
La SChGE asegura que existe una preocupante estigmatización de enfermedades del hígado asociado a alcohol, hepatitis y comportamiento licencioso, y esta condición no obedece a problemas de autocontrol, sino más bien a la combinación de aspectos como sedentarismo, comida alta en grasas, bajo consumo de alcohol y antecedentes genéticos.
Según el Dr. Marco Arrese, especialista en enfermedades del hígado y miembro de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), si bien no existen cifras recientes de Chile, ya en 2009 la frecuencia alcanzaba un 24%. “Si uno proyecta de acuerdo a los datos de salud de la Encuesta Nacional de Salud (ENS), donde la obesidad y la diabetes son condiciones principales asociadas a hepatitis alcohólica e hígado graso alcohólico, y éstas han aumentado, la proyección es que en Chile debe haber entre un 30 y 35% de pacientes con hígado graso”.
El especialista comenta que una vez diagnosticado, en etapas no avanzadas, la condición es reversible con la baja de peso, la actividad física y el uso de ciertos medicamentos. Dado que constituye un espectro de condiciones que abarca desde el hígado graso simple hasta la cirrosis, hay diversas etapas por cursar y evaluar su reversibilidad.
El Dr. Arrese señala la importancia de educar a los médicos a que tengan presente que el hígado graso a veces puede causar enfermedad hepática severa, y por lo tanto es muy importante diagnosticar a los que ya tienen daño. Agrega que: “Hay muchos pacientes con hígado graso no alcohólico que pasan años no diagnosticados y después son atendidos por las complicaciones derivadas”.
PREDISPOSICIÓN GENÉTICA Y META DE BAJAR UN 10% DEL PESO CORPORAL
De acuerdo a los estudios en Estados Unidos, pareciera que los hispanos tienen alguna mayor susceptibilidad a las formas más severas de la enfermedad. Algunos estudios genéticos realizados en Chile, sugieren que los genes que protegen de esta enfermedad, tienen baja frecuencia en nuestra población y los genes que hacen que esta enfermedad sea más seria tienen alta prevalencia en nuestra población”, añadió el especialista.
Mediante un examen conocido como elastografía, es posible detectar el grado de fibrosis hepática que un paciente puede tener, siendo el principal determinante de mortalidad. “ A mayor fibrosis hepática, correspondiente al grado de cicatrización que puede tener el hígado, mayor será el riesgo de muerte por enfermedades hepáticas. El diagnóstico de fibrosis hepática no es tan simple, y requiere un ojo avezado en exámenes de laboratorio en algunos parámetros específicos, y se puede apoyar con el uso de técnicas no invasivas, siendo particularmente importante la elastografía hepática”, sostuvo el Dr. Arrese.
Del mismo modo, el Dr. Francisco Barrera, miembro del directorio de la Asociación Chilena de Hepatología (ACHHEP), filial de la SChGE, confirma que al parecer esta condición tiene un fuerte componente amerindio, y por ende México, Chile y probablemente Perú y Bolivia, tienen alta prevalencia de la enfermedad por hígado graso. “Ello se explicaría por la carga genética y ciertas variaciones mínimas llamadas polimorfismos, que predisponen a desarrollar hígado graso. Chile y México bordearían el 60% de la población adulta, de los casos que presentan al menos una de estas variantes, la cual predispone a hígado graso y desarrollo de cirrosis y hepatocarcinoma. Mediante un buen examen físico y el complemento de exámenes simples como es un hemograma, pruebas hepáticas, marcadores de glicemia y albúmina, se puede estratificar el riesgo individual del paciente a desarrollar complicaciones derivadas del hígado graso”, asegura.
Los estudios muestran que al bajar un 10% el peso corporal, el impacto en reversión de la grasa, de la inflamación y de la fibrosis es muy importante, siendo incluso más efectivo que la mayor parte de los fármacos que se han estudiado hasta el momento para el tratamiento de esta enfermedad.
En opinión del Dr. Jaime Poniachik, miembro de SChGE, “el hígado graso no alcohólico tiene una prevalencia impresionante, probablemente sobre el 30 y 50% de la población. La causa más frecuente es el sobrepeso y la obesidad; por ello la urgencia por disminuir la incidencia del sobrepeso es clave. Deben activarse más campañas para mejorar la alimentación y el deporte, y crear políticas públicas de enseñanza nutricional en la primera infancia, regulando el tamaño de las porciones, especialmente de alimentos procesados disponibles en el mercado e idealmente que los alimentos tengan una rotulación de sus calorías y la equivalencia en gastos energéticos con los tiempos de ejercicios necesarios para consumir sus calorías”.
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