La moción fue patrocinada por los senadores Provoste, Guillier, Quinteros y Quintana. Huenchumilla criticó el modelo de capitalización individual, indicando que “no es adecuado basar las futuras pensiones de las personas en su capacidad de ahorro (…) las personas no tienen mayor control sobre los vaivenes del mercado, la estabilidad de la economía o la pervivencia de sus empleos. La pandemia ha sido la mejor demostración de aquello”, enfatizó.
El senador Francisco Huenchumilla (DC), con el apoyo y patrocinio de la senadora Yasna Provoste (DC) y los senadores Alejandro Guillier (Ind.), Rabindranath Quinteros (PS) y Jaime Quintana (PPD), ingresó a la Cámara Alta un proyecto de Reforma Constitucional que busca consagrar el derecho a la seguridad social, donde plantea que todas las personas tengan “derecho a una pensión que garantice su bienestar y cubra sus necesidades básicas”.
En concreto, la propuesta busca sustituir el Numeral 18 del Artículo 19 de la Constitución Política, explicitando en el mismo que el derecho a la seguridad social sea “garantizado y protegido por el Estado”.
Mecanismo y fundamentos
De aprobarse, el nuevo numeral agregaría también que este derecho “se realizará a través del Sistema de Seguridad Social, cuya cobertura será universal. El Sistema de Seguridad Social tendrá un pilar solidario y uno de seguro social, y se organizará conforme a los principios de la universalidad, suficiencia, equidad de género, eficiencia, participación social y sustentabilidad”, describe la propuesta.
Al respecto, el senador Huenchumilla detalló que “son muchos los fundamentos que tenemos para impulsar esta Reforma Constitucional. Uno de los más importantes es que la Constitución del 80 que nos rige, simplemente protege la libertad de elección al hablar de derechos sociales y da al Estado sólo un rol de supervigilante, lo que asegura la estabilidad del mercado, pero profundiza la desigualdad en Chile”, explicó el senador.
“En el caso de las Pensiones, el sistema de capitalización es la negación de la seguridad social, porque cada persona hace frente individualmente, mediante sus propios ahorros, las contingencias de su vejez. Lamentablemente, y después de una vida de trabajo, para la mayoría no son suficientes esos ahorros y reciben pensiones de miseria; lo único que está asegurado son las ganancias de las AFP” criticó.
“En este mismo sentido, no es adecuado basar las futuras pensiones de las personas en su capacidad de ahorro (…) las personas no tienen mayor control sobre los vaivenes del mercado, la estabilidad de la economía o la pervivencia de sus empleos. La pandemia ha sido la mejor demostración de aquello”, estimó el senador.
Además, el parlamentario añadió que asegurar el derecho a una pensión digna es “un asunto de democracia”: “la seguridad social es una de las condiciones de la ciudadanía, porque el que no recibe una pensión suficiente no puede participar activamente de la vida política, social y cultural”, estimó.
Diferencias de género
El senador Huenchumilla acusó también que el actual sistema de capitalización individual “amplifica” las diferencias de género cuando “debería buscar contrarrestarlas”: el actual sistema carga unilateralmente a las mujeres las consecuencias de la maternidad y el cuidado de la familia, desconociendo completamente al trabajo doméstico”, detalló el parlamentario.
Principios de un nuevo sistema
El senador incorporó en el proyecto, y detalló posteriormente, los principios que a su juicio deben dar origen a un nuevo sistema de pensiones: “existen principios reconocidos e internacionalmente aceptados para la seguridad social. Por ello, esta propuesta se aleja de ideas como la focalización en el individuo, propia del neoliberalismo, y por lo tanto, de seguir fomentando una Pensión Básica Solidaria; lo que proponemos es una pensión universal, para que todos puedan acceder a ella, y que sea suficiente para cubrir bienestar y necesidades básicas”, comentó.
“Ademas, existen otros dos pilares muy relevantes: sustentabilidad, porque tenemos que ser capaces de crear un sistema que sea fuerte, duradero y sostenible en el tiempo, que sea social y financieramente viable; y la solidadidad, donde los riesgos sean repartidos en todos, y no sólo en un grupo, como ocurre actualmente”.
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