En octubre 2019 se inicia el “estallido social” y con el correr de los meses quedaba en evidencia la merma en la actividad de sectores como el comercio, el turismo, hoteles y restaurantes, transporte y otros que funcionaban de manera parcial e irregular. Los indicadores económicos comenzaban a acusar recibo del menor dinamismo, las mediciones de expectativas mostraban también la incertidumbre y el pesimismo de empresas y consumidores; las cifras de empleo por su parte mostraban un deterioro en la calidad de los puestos de trabajo con mayor presencia de informalidad. En diciembre de 2019, el banco central de Chile en su último informe de política monetaria (IpoM) del año, también advierte de este complejo panorama, y proyecta un crecimiento positivo pero débil entre 0,5% y 1,5% para el año 2020, realizando con esto un fuerte recorte en las proyecciones realizadas previamente en septiembre, donde estimaba que en 2020 el país crecería en el rango de 2,75% – 3,75%. En solo unos meses la proyección para 2020 caía drásticamente. Sin embargo, y a pesar de las proyecciones del instituto emisor, comenzaron a aparecer estimaciones más pesimistas. Un probable escenario de recesión económica 2020 en Chile comenzaba entonces a asomar como un fantasma. En marzo del presente año, con la llegada del coronavirus, el fantasma de la recesión económica se convierte en una realidad y la discusión se centra ahora en cuál será la real magnitud. El banco central en su reciente IpoM de marzo (publicado a principios de abril), proyectó un crecimiento económico para 2020 en el rango entre -1,5% y -2,5%; es decir, la economía chilena registraría una recesión que podría llegar a una disminución del 2,5% del Pib. Las proyecciones de organismos internacionales también son negativas e incluso más desfavorables. El Banco Mundial ha proyectado un crecimiento de -3% para nuestro país este 2020. Las proyecciones de la clasificadora internacional de riesgo Fitch Rating apuntan a una caída de 1,9% en 2020. En tanto que la agencia clasificadora Moody´s anticipa una contracción de 2,4% en la actividad económica chilena en 2020. Por su parte, la visión más pesimista la tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI) que en su informe “Perspectivas para la economía mundial” (WEO en inglés) del 14 de abril, proyecta que Chile sufrirá una recesión del 4,5% este 2020.
Esta crisis sanitaria implicará un impacto profundo a la salud y también a la actividad económica de Chile, superando por lejos los efectos de la crisis financiera de 2009 que significó una caída de 1,6% en el crecimiento país; será el peor registro desde la crisis de los 80´ cuando la economía se contrajo un 11% (1982) y 5% (1983). Los datos muestran la gran magnitud que tendrá esta crisis en la economía nacional y en la calidad de vida los chilenos, porque que más allá de los fríos números, una recesión de estas proporciones significa quiebra de empresas, mayor desempleo, mayor pobreza y menores ingresos para el Estado. En definitiva, las crisis económicas no son solo simples cifras estadísticas sino que afectan directamente la situación y el bolsillo de las personas, en especial de los más vulnerables y desprotegidos.
PATRICIO RAMIREZ R.
Coordinador
Observatorio Económico y Social
Universidad de La Frontera
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