La semana pasada, nuestro país perdió a una de las figuras más insignes de los últimos tiempos: el profesor Humberto Maturana. Un hombre quien en vida, no solo fue el artífice de la famosa teoría de la autopoiesis sino que también fue la persona que hizo de Chile, un campo de formación profesional para las ciencias.
Pero más allá de legado profesional, que ya es bastante, su herencia máxima fue su calidad humana. Su carácter dialogante y su altruismo nos inspiró a todos y estoy seguro lo seguirá haciendo. Maturana más que un filósofo o académico, fue un maestro que mostró la mejor cara de los chilenos y nos hizo ver lo que somos capaces de lograr cuando se tiene un objetivo claro.
Haciéndome eco de aquello y considerando los tiempos por los que atraviesa nuestro país, me hace cada vez más sentido lo relevante que es poner en práctica el ejemplo que en vida el profesor Maturana nos dio. Más que nunca, nuestro Chile necesita de diálogo, de entendimiento y de visiones compartidas, algo que el profesor Maturana practicó siempre muy bien a lo largo de su vida.
Por:
Juan Hayes
María Emilia Correa
Roberto Cervela
Rodrigo Silva
Soledad Lama
Integrantes del g100
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