Antony Flores, conocido por su antiguo restaurante Raymi Gastronomía Peruana, encontró una nueva vocación en el oficio de la luthería, donde busca dejar una marca significativa con sus instrumentos musicales.
Resiliencia y transformación son palabras que marcan la vida de Antony Flores, este peruano oriundo de Lima que, desde su primera visita a Chile en 2003 se enamoró de estas tierras. Afincado en Temuco desde hace más de una década, su vida ha dado giros inesperados. Llegó como muchos migrantes buscando una oportunidad y durante varios años sorprendió los paladares de los temuquenses gracias a Raymi Gastronomía Peruana, restaurante que le permitió realizar programas de cocina en canales de televisión local, así como llegar a tener dos locales al mismo tiempo.
Lamentablemente, un incendio en 2018 y, posteriormente, el cierre de Raymi en 2021, llevó a Flores a buscar nuevos caminos. Antony encontró una nueva vocación en el oficio de la luthería, donde ha encontrado un nuevo emprendimiento llamado “Instrumentos Coyote”.
Como muchas personas que buscaron oficios, este padre de dos temuquenses dio sus primeros pasos durante la pandemia. Su suegro, que estaba aburrido debido al confinamiento, le propuso replicar una bandurria, instrumento de cuerda que pertenece a la familia del laúd español, utilizando un trozo de madera de raulí que había sobrado de la construcción de uno de sus restaurantes en Villarrica.
Lo que en principio parecía una distracción, se transformó en una pasión creciente. Antony cuenta que, aunque al principio asistía al taller solo para acompañar a su suegro, pronto quedó «enamorado de todo esto», viendo cómo la madera se moldeaba ante sus ojos.
Un camino que Flores decidió profundizar. Se sumergió en el arte de la luthería a través de la investigación, conectando con otros pares de Perú, Argentina, España y otros países. La tecnología y las redes sociales fueron cruciales en su formación, permitiéndole acceder a información valiosa y establecer contactos, como es haber estudiado Lutheria con el Profesor José María Gil Chueca de Cádiz -España. Gracias a estas conexiones, ha podido mejorar sus habilidades y expandir su conocimiento, lo que ha llevado a que sus instrumentos sean valorados en un oficio que, al igual que la cocina, aprendió a pulso con dedicación y compromiso.
Un punto vital en este nuevo trabajo fue su conexión con las tunas universitarias. Miembro de la Tuna de la Universidad Agraria La Molina (Lima) y hermanado con la Tuna de la Universidad de La Frontera, sus viajes y conciertos le permitieron expandir su red de contactos. Una comunidad que le ha permitido conocer a luthiers de diferentes países, quienes han contribuido a su formación. De hecho, su primer instrumento vendido al extranjero fue una «bandurria viajera» diseñada específicamente para un tuno de Valencia, en España.
El Alma del instrumento
Cada instrumento que Antony Flores construye bajo la marca “Coyote” está pensado específicamente para la persona que lo va a tocar. El luthier dedica tiempo a conocer a sus clientes, comprender sus necesidades y deseos, y plasmar todo ello en el instrumento final. «El alma de cada instrumento está en la personalización no solo estética, sino también sonora», comenta.
Un enfoque que lo ha llevado a autodenominarse como «el sastre del músico», construyendo a la medida instrumentos únicos que reflejan los deseos y las ideas de cada cliente. Esta dedicación al detalle y la calidad es lo que ha permitido que sus instrumentos sean tan valorados.
Un trabajo que ha sido dulce y agraz, con momentos donde se ha cuestionado si seguir en esta senda tras sufrir los embates económicos y pensar como muchos en la estabilidad laboral. Durante este período, el peruano-temuquense ha tenido trabajos temporales como cocinero en otros restaurantes, manteniendo como prioridad a la luthería.
Actualmente, los “Instrumentos Coyote” están dispersos por Temuco, Chile y otros lares del planeta. España, Canadá, México y Perú son parte de los destinos. Desde bandurrias hasta laúdes, cada pieza es una obra de arte con madera nativa tan característica de esta región.
A pesar de que la artesanía de instrumentos musicales ha marcado un nuevo rumbo en su carrera, Flores no descarta la posibilidad de regresar a la cocina en el futuro. «Quiero seguir deleitando con la comida peruana», afirma, sabiendo que combinar ambas pasiones no es imposible. Sin embargo, por ahora, su enfoque es continuar perfeccionando su oficio como luthier y seguir llevando el sonido de sus instrumentos a cada rincón del mundo.
Dejar una contestacion