La historia de Gabriel Massuh no solo es un caso de éxito empresarial, sino también una muestra del aporte que pueden hacer los emprendedores cuando se abren camino en contextos desafiantes.
Su experiencia es hoy fuente de inspiración para quienes cruzan fronteras con sueños, ideas y una fuerte voluntad de construir futuro.
Emigrar siempre implica un salto al vacío. Nuevas reglas, otra cultura, desconocimiento del mercado y una red de contactos casi inexistente. Pero también puede ser una oportunidad para ver lo que otros no ven, para traer nuevas ideas y encontrar valor en las diferencias.
Gabriel Massuh, empresario chileno-ecuatoriano y fundador de Bagno, representa justamente eso: el poder transformador del emprendimiento.
Nacido en Guayaquil y criado en una familia de agricultores, Massuh desarrolló desde muy joven un olfato comercial. En 1993, con tan solo 23 años, llegó a Santiago con una idea tan simple como audaz: importar plátanos a Chile.
Era un producto que no se cultivaba en el país, pero que se consumía masivamente. En ese cruce entre necesidad y oportunidad vio terreno fértil.
El camino no fue fácil. Además de su corta edad, Gabriel enfrentó los prejuicios que muchas veces viven quienes emprenden fuera de su país: desconfianza, dificultad para acceder a financiamiento y el desafío de aprender rápido cómo funciona un mercado nuevo.
Sin embargo, su tenacidad, sumada a su comprensión del producto y del negocio agrícola, le permitieron no solo sortear los obstáculos iniciales, sino también consolidarse como un actor clave en la industria.
Hoy, su empresa Bagno lidera el mercado chileno de importación de plátanos. Lo que comenzó como un sueño de juventud se transformó en una empresa sólida, con impacto nacional.
El caso de Gabriel Massuh va más allá de lo económico. Su historia ha inspirado a una nueva generación de emprendedores que buscan en Chile un lugar para desarrollar sus ideas.
Personas que, al igual que él, apuestan por aportar valor, adaptarse, generar empleo y construir puentes entre culturas.
Massuh es hoy un referente no solo por lo que ha logrado en términos comerciales, sino por lo que representa: la posibilidad de triunfar sin contactos, sin capital inicial abundante, y con una identidad que lejos de ser un obstáculo, se convirtió en una fortaleza.
En tiempos donde la migración es parte fundamental del tejido social chileno, casos como el suyo son un recordatorio de todo lo que puede florecer cuando el talento encuentra oportunidades.
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