Prácticas pedagógicas y evidencia científica

Desde el año 2000 el Departamento de Educación de Estados Unidos ha promovido, entre los profesores de enseñanza básica y media, el uso del concepto “Pedagogía Basada en Evidencia” como elemento orientador a la toma de decisiones para implementar prácticas pedagógicas al interior del aula. Esta idea, originaria del área de la medicina, se basa en apoyar las decisiones pedagógicas indicando qué funciona desde el punto de vista de la evidencia científica.

A través del sitio web “What Works Clearinhouse (http://ies.ed.gov/ncee/wwc/)” los docentes pueden acceder a reportes de investigación que muestran en diversas áreas lo que funciona y el grado de efectividad de dicha innovación. En este contexto, se observa que algunas estrategias de enseñanza difundidas como altamente innovadoras y efectivas, como los métodos Kumon y Singapur para la enseñanza de la matemática, carecen de evidencia científica que respalde su uso. Esta carencia de evidencia científica se establece considerando algunos indicadores de calidad propuestos por dicho centro. El principal es que dicha evidencia haya sido producida a través de estudios experimentales.

Los estudios experimentales, propios de las ciencias básicas, poseen tres características específicas. Primero, demandan la existencia al menos de un grupo experimental y un grupo control. Segundo, los sujetos deben haber sido distribuidos al azar en dichos grupos. Tercero, el investigador debe manipular la variable independiente, que en este caso es la innovación educacional por un tiempo determinado.

El desarrollo de esta propuesta enfrenta al menos dos dificultades, las cuales han demostrado ser barreras permanentes para una implementación efectiva. La primera, es la escasa presencia de reportes de investigación experimentales en el área de la educación. El desarrollo de experimentos científicos en el área de las ciencias sociales ha tenido una aplicación mayor en la psicología, y en menor medida en el área educacional.

Por otra parte, pese a la existencia de centros de difusión como el presentado anteriormente, los profesores de aula, inclusos los profesores de Estados Unidos, no aparecen como grandes consumidores de reportes de investigación educacional como medio de apoyo a la decisión sobre cómo enseñar algo. Las prácticas de aula parecen estar más cercanas al uso ecléctico de principios, estrategias y técnicas de enseñanza aprendidas vicariamente como escolares y universitarios, o al aprendizaje específico de alguna de ellas durante el proceso de formación profesional.

Por otra parte, los profesores carecen de una formación sólida en investigación educacional. Si bien muchas mallas curriculares de pedagogía poseen ramos de métodos de investigación, éstos son aproximaciones generales a un objetivo de estudio, más que la preparación para la lectura específica de reportes cuantitativos avanzados, los cuales incluyen comprender términos como “metaanálisis”, “tamaño del efecto” entre otros. .

¿Qué podemos hacer entonces? ¿Cómo podemos ayudar a los docentes de aula a poner a disposición de sus alumnos lo mejor de la investigación educación mundial? Tres ideas emergen de manera directa: Primero, instalar el tema como una necesidad ética profesional en cada docente. Esto podría llevar a que profesores con niveles elevados de autodirección de aprendizaje indaguen más del tema. Segundo, fortalecer la existencia de esta propuesta en los equipos pedagógicos de los establecimientos. Las comunidades de aprendizaje pueden potenciar con esta posibilidad la obtención de una docencia más efectiva. Tercero, las escuelas formadoras de docentes deberían asumir el rol de “traductores” y “modeladores” de buenas prácticas docentes. Junto con enseñar prácticas efectivas basadas en evidencia educacional a los futuros profesores, las escuelas formadoras deberían aplicarlas en el día a día, para que a través de la observación y el modelaje sean incorporadas a los recursos pedagógicos que los profesores poseen. Quizás este último sea el desafío más complejo de llevar a cabo, pero a la larga el que mayor potencial posee.

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