El fútbol es el deporte más practicado a nivel mundial, definido por períodos de alta intensidad, con fases de recuperación y acciones intercaladas como saltos, carreras y patadas con aceleraciones frecuentes y cambios de dirección. El impacto de este deporte ha dado lugar a un gran número de estudios sobre los factores que intervienen en el desempeño de los jugadores.
Los investigadores han demostrado un número de factores de riesgo de lesiones por “no contacto” Éstas incluyen factores intrínsecos tales como la propiocepción, fuerza muscular, propiedades ligamentosas y biomecánicas, edad, género (> en mujeres), lesión previa y mala rehabilitación (contribuye a la debilidad y desbalance muscular, deterioro de los ligamentos), capacidad aeróbica (Aumenta el riesgo con un menor tiempo de reacción a estímulos ópticos), miembro dominante (aumento de la incidencia de lesión de rodilla por contacto en la pierna dominante), flexibilidad, morfología del pie (Se asocia dolor de rodilla con un pie pronado-hacia dentro o supinado-hacia fuera), así como factores extrínsecos como las condiciones ambientales, nivel de competencia (24 veces mayor riesgo en alta competencia), nivel de habilidad, tipo de calzado, uso de tobilleras/tape (Disminuye tres veces más el riesgo de lesión) y la superficie de juego. Muchos estudios se han concentrado en este último factor como importante, específicamente el uso de superficies sintéticas.
Desde la llegada de las canchas sintéticas han surgido preocupaciones de que jugar en superficies diferentes y cambiar entre céspedes puede conducir a un mayor riesgo de lesiones tanto en fútbol profesional, como amateur.
Los científicos sugieren que la fricción (propiedad necesaria para el arranque rápido, detenerse, corta y pivotear en el fútbol) adicional entre el “zapato” y la “superficie” incrementa el torque (esfuerzo de torsión) experimentado por el tobillo y la rodilla. Esto, conlleva a un aumento del riesgo de lesión si la fricción es demasiado. De hecho, estudios previos en canchas sintéticas (CS) de primera generación demostraron un incremento del riesgo en comparación con canchas naturales (CN). Sin embargo, la naturaleza de las CS ha ido cambiando a través de los años.
Haciendo un poco de historia, la primera generación de CS apareció a mediados de 1970. Tenían, fibras finas cortas y se caracterizan por una alta rigidez y fricción, lo que llevaba a diferencias considerables en el comportamiento del balón en comparación con el césped natural. Desde entonces, se han desarrollado con un relleno de arena, lo que provoca una disminución en la fricción y menor rebote del balón. A finales de 1980, la segunda generación de césped artificial se introdujo con fibras más largas, más gruesas, mejor calidad de relleno de arena y una base de goma bajo el césped para así para reducir la dureza. Estos fueron los primeros céspedes diseñados específicamente para el fútbol, sin embargo, sus características aún diferían sensiblemente del natural. El riesgo de lesión fue mayor en estas superficies. La tercera generación se introdujo en Noruega el año 2000, que consta de fibras incluso más largas (50 a 60 mm), se rellena con arena y caucho granulado silíceas para imitar más de cerca las características de juego de campos de césped natural.
Estudios realizados en distintos equipos (masculinos y femeninos) a nivel global no muestran diferencias significativas en la incidencia de lesiones en partidos-entrenamientos entre CS y CN. Tampoco así en la gravedad éstas. Sin embargo, ciertos estudios (2014-2013) establecieron una mayor incidencia de lesiones por contacto y severidad en CN.
Se llegó a un consenso de la localización de las lesiones. Un porcentaje mayor al 50% del total de las lesiones provocadas en la práctica del fútbol se daban en el miembro inferior, sin importar el tipo de cancha. Los hombres presentaban una mayor afección a nivel de muslo, tobillo y rodilla (en ese orden de relevancia). Mientras que las mujeres se lesionaban en un mayor porcentaje la rodilla y el tobillo.
Las lesiones datadas de mayor prevalencia en el caso de los hombres es la lesión del complejo lateral ligamentoso del tobillo, seguido del desgarro de los isquiotibiales y conmoción cerebral, tanto en cancha sintética como natural. En las mujeres la más común es la lesión del complejo lateral ligamentoso del tobillo, en segundo lugar la conmoción cerebral seguida de la lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) (3 veces mayor incidencia de lesión LCA en mujeres que en hombres, ya sea por laxitud ligamentosa, morfología, factores neuromusulares).
A pesar de todo, los jugadores profesionales todavía perciben que hay un mayor riesgo de lesiones en césped artificial. Tras una entrevista (2014) realizada a jugadores profesionales (16 equipos estadounidenses y 3 canadienses), la mayoría aún cree y percibe a las CS con “mayor dureza”, “mucho impacto”, “aumento de fricción”, “costo metabólico elevado” (es como correr en arena).
Es momento de dejar esa creencia popular de lado, informarse un poco más, jugar con moderación y disfrutar de un gran deporte sin poner excusas o preocuparse por el tipo de cancha en que se jugará, porque está demostrado que ya sea sintética o natural, se está expuesto a la misma probabilidad de lesión.
Bueno días, donde podré conseguir la bibliografía de estos estudios por favor.