El legado de Willy Wonka

María José Correa.- Gerente La FêteMaría José Correa, gerente La Fête

El próximo 13 de septiembre se conmemora en Chile y, en el resto del mundo, el Día del Chocolate y justo ahora, antes de finalizar agosto, fallece  a los 83 años Gene Wilder, quién encarnó al primer Willy Wonka del cine.

“Willy Wonka y la fábrica de chocolate” es la película musical de 1971 basada en el libro “Charlie y la fábrica de chocolate” de Roald Dahl, el responsable de la celebración del día del chocolate. Él nació precisamente un 13 de septiembre, pero de 1916. Por lo tanto, recordamos además este año el centenario de su natalicio.

Willy Wonka, que transformó a Wilder en estrella de cine, era un chocolatero millonario y excéntrico al que este actor le dio vida y transformó en uno de los personajes más entrañables del cine, a pesar de lo curioso y algo bizarro de su comportamiento.

Fue precisamente Wilder quien puso como condición para interpretar a Willy Wonka que le permitieran, por ejemplo, hacer la escena donde sale caminando de la fábrica premunido de un bastón fingiendo padecer de una cojera, y posteriormente cuando el bastón se atora el actor se cae hacia delante y hace una gran voltereta. Su afán en hacer dicha escena pretendía dejar en claro a los espectadores que a contar de ese momento nadie sabría si estaba siendo honesto  o les engañaba.

La película está enmarcada en un mundo de azúcar, hombrecillos pequeños  llamados Oompa Lompas y caramelos inexistentes, como ese chicle que jamás pierde su sabor. Sin embargo, también es una película que está llena de moralejas y en la que todo el mundo ama el chocolate: el pequeño Charlie, su afectuoso abuelo y naturalmente el extravagante Willy Wonka.

Pero Gene Wilder, el popular cómico estadounidense que murió como consecuencia del Alzheimer que sufría desde hacía tres años, también nos dejó una enseñanza cuando decidió guardar el secreto sobre su delicado estado de salud. Según su familia, lo hizo para proteger la sonrisa de los niños con los que se cruzaba. Él no soportaba la idea de que hubiera una sonrisa menos en el mundo, quería aportar alegría. Porque eso es finalmente lo que buscan los chocolateros de todo el mundo.

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