No hubo pronóstico que fuera capaz de predecir los resultados. Si bien quedaba claro el lugar de preferencias que ocupaban los candidatos, los porcentajes de votos que auguraron para unos y otros estuvo bastante alejado de lo que ocurrió en la realidad.
Las encuestas ya no son el oráculo infalible. Todas daban por ganador por un amplio margen-bastante mayor del que realmente obtuvo- a Sebastián Piñera; y fueron desdibujando a un Frente Amplio que no superaba el 10%, en circunstancias que su candidata, Beatriz Sánchez, duplicó la votación prevista, acercándose, incluso a la posibilidad de ser ella quien disputara la segunda vuelta.
El tema no es menor. Las encuestas pueden ser predictores de ciertos comportamientos o tendencias, pero también van configurando realidades que pueden terminar incidiendo a tal punto en los electores que terminan debilitando candidaturas que en la práctica, a boca de urna, estaban mucho mejor aspectadas que en la teoría.
Ya lo decía la propia Beatriz Sánchez: las encuestas tendrán que darnos una explicación. Mientras tanto, para las universidades, la discusión abre una tremenda oportunidad de conquistar un espacio de acción, con estudios metodológicos serios, con rigor académico y real prescindencia política y de intereses creados.
Catalina Maluk
Decana Facultad de Economía y Negocios, U.Central
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