Por: Masao Yanome Vargas
Viajé en abril del 2013 a Chile con la intención de conocer y entrevistar a una persona conocida como el “Hombre Pájaro”. El recorrido fue rápido por Santiago hasta la Nueva Imperial, transbordando en Carahue y unos días en Puerto Saavedra. Estas son las pequeñas crónicas de los acontecimientos que sucedieron dentro de los días del viajé, a través del gran país del Sur.
No pretendo ser el indicado para profundizar sobre el tema de la pueblo mapuche, sin embargo, estas narraciones tiene como finalidad, describir desde una perspectiva muy personal, el gran valor que merece el pueblo hermano latinoamericano, que resiste a través de su memoria histórica en conservar su identidad.
Santiago y Avenida Providencia
Crónica no. 1 Martes 2 de abril del 2013
Aterricé en el aeropuerto de Santiago de Chile por la mañana. Salí a la calle a buscar un taxi que no me cobrara tanto, encontré uno clandestino. Subí y le pedí que me llevara a la zona del centro para buscar un hostal, fuimos a uno que también era clandestino, pero no quise quedarme porque parecía muy sospechoso; comencé a actuar como un tonto y caminé lentamente hacia la puerta de la calle en medio de una fuerte discusión entre el taxista y el dueño del supuesto hostal. Salí de ahí por suerte.
Al medio día me hospedé en Atacama Hostel. Cené en un bar ubicado al lado de un restaurante de comida peruana, comí una suculenta hamburguesa–era la época del sándwich- y bebí una cerveza artesanal con varios –suficientes- grados de alcohol. Usé el mantel de papel del bar para escribirle una carta a mi novia. Con el estómago lleno, llegué a la esquina de la avenida Providencia; caminé en línea recta durante varias horas, vi muchas caras, fachadas de teatros, cafeterías, trabajadores de traje y corbata a pie, trabajadores de traje y corbata en bicicleta. Reconocí una calle que vi en las noticias, donde el dueño de un restaurante dejó que se refugiara un grupo de estudiantes que protestaban para exigir una reforma educativa, mientras los carabineros respondían con represiones . Recordé la imagen de la noticia: era un hombre alto, robusto, que con los dedos abiertos de sus manos, paraba a los carabineros. El hombre estaba parado de espaldas a su negocio, obstruyendo la entrada. Los estudiantes apreciaron este gesto de valentía. Esa noche caminé cinco horas. Vi muchos perros callejeros, muchas mujeres guapas, mucha modernidad. Llegué cansado, con los pies muertos directo a dormir. El ruido de la noche en Santiago era increíble, se podía escuchar el sonido de los carros, el aire y los pasos de la gente que caminaba.
La Libertad
Crónica no.2 Miércoles 03 de abril
Amaneció, fui al Correo Central de Santiago, el edificio me recordó a mi madre, quizá por que ella me enseñó a mandar cartas por correo. Envié la carta a mi novia que estaba en México. Entré a la Catedral, a la Biblioteca de Santiago y, por último a Bellas Artes. Una exposición de ropa amarrada al interior de edificio me recibía, era una obra de Christian Boltanski, quien decía que cada obra de él te lleva a una pregunta. En el segundo piso encontré un dibujo que nunca había visto de Rene Magritte llamado Libertad, me dio la suerte que estaba buscando y salí rumbo al hostal. Por la noche conocí a la señora Mayte, dueña del restaurante peruano, ubicado al lado bar en el que había cenado la noche anterior. Entré al restaurante con el objetivo de beber cerveza. Mayte me presentó a Fernando. El era un amable provinciano que venía a la capital por motivos de trabajo. Pagué su cuenta y la mía. Fernando me llevó a comer a un restaurante Japones, que estaba muy cerca sobre la Avenida Providencia. Los dos teníamos poca hambre y terminamos pronto de cenar, en un gesto reciproco pagó la cuenta. Me invitó a conocer el Passagoga, algo así como un burdel.
Fernando estaba en la capital rematando su noche en búsqueda de mujeres fáciles. Así que fuimos a que yo conociera el Passagoga, entramos y nos sentamos en el barra del bar, el gran salón central parecía un antiguo teatro. Había grupos de mujeres que caminaban a nuestro alrededor como si no existiéramos, es increíble ver como el hombre hace una función de cortejo dentro de un “prostíbulo”. Fernando trató de invitarme una cerveza de mi país, cosa que me pareció absurda, porque el precio era caro, en mi país solía beber eso regularmente y a menor precio. Rechacé su invitación. Se enojó, terminamos la plática y cada quien se fue por su lado. Él se fue muy enojado, yo volví al Passagoga, caminando entre los guardias de la entrada, sobre la alfombra roja. Entré al baño a orinar, busqué un bolígrafo entre mis pertenencias para escribir mi nombre en la puerta del baño. No encontré. Salí del Passagoga y me fui a dormir.Un hombre y una mujer
Crónica no. 3 Jueves 4 de abril 2013
No sé a qué hora me levanté, pero caminé por Santiago un rato, después fui al restaurante de comida peruana de Mayte, platiqué con ella y su hijo. Luego me dejaron solo para tomarme un café. En frente de mi, estaba una pareja de un hombre y una mujer, que aparentaban ser expareja sentimental. Eran jóvenes. Su plática giraba entorno a cómo los dos eran capaces de manipular sus sueños, ellos lo llamaba “sueños inducidos” algo así como la psicomagia, se me hizo muy arrogante – pero seguí escuchando- . Eran presumidos, hablaban despiertos de lo que podían lograr hacer dormidos. Claro, lo difícil no es soñar, lo difícil es hacerlo realidad.
Mi enojo era por la mujer, acaso ¿ella querría estar con un hombre tan tonto como él?. Estoy seguro que ella estaba aburrida y triste. Por cuestiones del destino no nos conocimos, pero creo que era una buena persona.
A la puerta del restaurante llegó un hombre con una mochila, Mayte le hizo una señal para que pasara hasta el fondo del restaurante, el hombre sospechosamente abrió su mochila, yo estaba seguro que vendía droga, me sorprendió que me equivocara, aquel hombre vendía “películas piratas”, solo que en este país, la piratería no es pan de cada día.
Me despedí de Mayte, tomé un taxi y me fui de ahí. Y en ese momento iniciaba mi salida de Santiago a La Araucanía.
Ese mismo día comenzaba el Lollapalooza en Chile, decidí no ir.
Viajé toda la noche en bus hacia la región de La Araucanía, directo hasta la Nueva Imperial, me esperaban setecientos seis kilómetros y un amigo que conocer: Victor Nain.
El abordaje a la calle Prat
Cronica no. 4 Viernes 5 de abril 2013
Llegué a las seis de la madrugada, no había luz del sol y estaba lloviendo. El bus de pasajeros me dejó en la plaza principal de la Nueva Imperial. Le marqué a un amigo que me esperaba conocer en ese pueblo y no contestó. Deambulé por varias calles del pueblo hasta llegar a la casa de un señor, que me dijeron que ofrecía hospedaje. Abrió la puerta en calzoncillos – me imagino que era muy temprano para la llegada de un huésped –. Con su mano me indico cual sería mi cuarto. Entré y era un cuarto increíble que tenía una ventana hacia la calle Prat. Comenzaba a salir el sol desde lo más alto de esta calle.
Me metí al baño a ducharme, abrí la llave del agua y me di cuenta que era la primera ducha con agua caliente que tomaba. Comencé a sentir una extraña nostalgia a los ruidos que me había acostumbrado de las pocas noches en Santiago. En realidad no sé qué estaba pasando por mi cabeza. En ese momento llegó a la puerta de la casa Nain. El amigo que había contactado y me recibiría en el pueblo. Salí, lo saludé, era la primera vez que nos conocíamos, fue raro sentir que éramos amigos, pero no nos conocíamos. Caminamos por la Nueva Imperial, cruzamos el rio Cholchol por un puente, nos paramos a un lado del borde del río y platicamos sobre la historia del pueblo. Caminamos de regreso y pasamos por afuera de un colegio religioso, que en uno de sus muro decía escrito con aerosol negro “dios no tiene religión” eso me llamó la atención. Ahora que lo pienso, Dios tampoco tiene redes sociales.
Después de caminar teníamos hambre, fuimos a un comedor donde todo era de madera y olía a las piñas de pino rostizada para calefaccionar el lugar por dentro. Comimos carne que me dijeron que era de caballo junto con un puré de papa maravilloso, hasta ahora era lo mejor que había probado en todo el viaje. Salimos satisfechos de ahí, seguimos caminando y saludamos a Carlos – su amigo-. Nain me presentó a su familia, a su amigo José, Daniel (Chamán) y Fabián; un carnicero de gran carácter, era el más adulto de todos los demás. Más tarde todos caminábamos a las afueras del pueblo, al “chancera” de Fabián. En este momento comenzó a llover, era rico; el frio, la humedad, el olor a leña, y el campo. Fue la primera vez que escuché la alarma del cuerpo de bomberos, claro, me alarmé, no sabía lo que estaba pasando. Todo bien, me dijeron y asumí que todo era normal. Platicamos más de lo que bebimos, el vino y la cerveza sólo fue un pretexto para convivir. Ellos eran buenas personas.
Primer intento de huida
Crónica no.5 Sábado 6 de abril
Desperté en la casa de la calle Prat, la resaca me recibía como bienvenida al día, me bañé y salí con la mochila puesta con la intención de llegar a Puerto Saavedra “haciendo dedo” como ellos dicen. Visité la casa-taller de Chamán, donde trabaja platería tradicional mapuche (Retxan). Chamán me presentó a un amigo enorme de barba gigante, y juntos fuimos a la carnicería de Fabián, pidieron cordero y otras carnes más para cocinar “cazuela”. Fuimos a comprar papas cerca de una avenida. Me sorprendieron dos cosas: un hombre que dormía borracho en la acera de la calle –al medio día- y la cantidad de papas que compramos, en mi país no comemos tanta papa, quizá porque no es tan rica. Yo cargué el medio costal de papas que compramos. Me ofrecí a lavar y pelar las papas – tarea que creí sencilla – pero terminaron ayudándome, yo no era tan ágil como ellos para usar el cuchillo. Chamán hizo la “cazuela”, y colocó una botella de vino junto a las brazas de la leña, y constantemente la tocaba para determinar la temperatura adecuada para abrirla y beber.
Lo interesante de la comida que prepararon, era tomar un trozo de carne de la olla, morderlo. Morder papa cocida y beber vino mientras escuchábamos una cobertura en la radio del Lollapalooza, en un radio que colgaba del tendedero, mientras sonaba la canción “Little Talks” de Of Monster and Men, era el menú de esa tarde.
Más tarde fuimos a la Feria de la “chicha”, bebimos algunos vasos de cerveza artesanal en la Cervecería Bullbier, compartí un poco de Ponche de Granada de los “Arreolas” de pueblo de mi país. A La gente les gustó tanto que quería comprarme, pero yo tenia más que una botella nada más y solo pudimos compartir un poco, realmente les encantó.
Volvimos a casa de Chamán, bebimos un Tequila en honor a mi país, y ahí acabó la conversación de todo el día. El hombre enorme de la barba gigante ya dormía sentado. Carlos y yo caminamos de noche. Un tipo de aspecto raro me trató de abordar como para hacerme una broma. Yo no entendía pero Carlos me dijo que lo ignorara, que era como un “loco”, pero pacífico. En realidad me dio un poco de miedo, porque no sabía como actuar con él o contra él. Carlos me platicó su perspectiva del concepto de la palabra vida. Carlos es una persona que ama sembrar en el patio de su casa, de lo que cosecha comen algunas veces. Volví al cuarto de la casa en calle Prat, satisfecho de beber, ordenadamente preparé mi habitación y dormí como un ángel.
Salida a Puerto Saavedra
Crónica no.6 Domingo 7 de abril 2013
Desperté y en el cuarto había pasado un desastre. Al parecer llegué a una estación de servicio, compre algo para cenar; pan, jamón y una mayonesa con ají. Había boronas y mayonesa ambarrada por todos lados. Amanecí con resaca, todo era un asco. Fui a casa de Chaman para despedirme y no me dejó ir solo. Su gran cordialidad hizo acompañarme y no dejarme solo en el camino rumbo a Puerto Saavedra. Juntos fuimos por Fabian, tomamos un bus rumbo a Puerto Saavedra, paramos en Carahue a comer una hamburguesa en un restaurante familiar. Entramos y el lugar estaba lleno, todos comían callados, viendo la televisión, veían al Chavo del 8. Me sentí en mi país. Después del silencio venían las risas de los comensales. Quizá yo no veía la televisión porque ya he visto suficiente humor de Roberto Gomez Bolaños, veía la cara de paz y alegría que producía el humor inocente de mi paisano, del otro lado del mundo.
Terminando de comer salimos a tomar un bus a Puerto Saavedra, antes, intenté ganar dinero en la maquina tragamonedas de la central de buses, y no, no pude ganar nada. Fabián me explicaba su método para ganar, pero supongo que en todos los países en ese tipo de juegos estas destinado a perder, son una estafa.
Cruzamos por la carretera el bosque de los sueños, árbol, tras árbol estaban parados en lomas alrededor de la carretera fría, parecía que vigilaban nuestro viaje. Llegamos a Puerto Saavedra, yo no sabia donde dormiría, fuimos a un lado del mar y nos sentamos a tomar mate, bajo el cerro Maule. Conversamos sobre tsunamis.
Ellos se fueron de regreso a La Nueva Imperial antes de que cayera el sol. Renté una cabaña grande de madera, me dieron un precio bajo por ser único que la habitaría algunos días. Lavé mi ropa en la bañera, nunca se secó por el frío que hacía. Dormí con una toalla enrollada en la piernas, era como dormir en una congelador.
El Hombre Pájaro
Crónica no.7 Lunes 10 de abril 2013
Cuando planeé el viaje por Chile, el principal objetivo era conocer al Hombre Pájaro. Nain, me documentó sobre quién era esta persona tan importante para el pueblo comunidad mapuche, me aferré a conocerlo, tenía pensado entrevistarlo para conocer su visión humana.
Esa mañana desperté temprano – por el frío-, calenté agua, la puse en un termo y salí al a la frescas calles de Puerto Saavedra. Caminé hasta encontrar a alguien para preguntarle cómo llegar a la casa del Hombre Pájaro, me sorprendió que nadie estaba seguro donde vivía o quien era.
Yo no tenía la dirección, ni idea de hacia donde vivía. Al preguntarle a un mesero de un restaurante de mariscos, me dio de referencia un árbol a lo lejos. Ve hacia allá y pregunta en cualquier casa, me dijo muy amablemente. Después de preguntar por muchas casas, comencé a desesperarme. Todos me decían “vive a la vuelta pero no va estar, nunca está” o simplemente otros no me daban ninguna referencia.
Al tocar en una casa salieron dos perros, uno comenzó a morderme el tobillo – moderadamente -, corrí algunos pasos atrás para defenderme, cuando de pronto una voz llamó a los perros. Era él. Lorenzo Aillapan Cayuelo, el Hombre Pájaro. No sabía qué decirle, solo me presente
-Hola vengo de México, y lo vengo a buscar para platicar.
Él me invitó a pasar cordialmente, se disculpo por lo de los perros, pero claramente no era un detalle que me importara en ese momento.
Entremos a su casa, me ofreció beber algo caliente, le dije que no gracias. Puse una cámara de video a grabar la conversación, y saque mi cámara de fotografía. En realidad no tenía ni la más mínima idea sobre de qué iba la entrevista que le haría, así que para no presionarme apagué las cámaras y platicamos tendidos.
Lorenzo me contó sobre su infancia y la transmisión de conocimiento de los adultos Mapuches de los cuales, aprendió todo sobre su amplio conocimiento de la naturaleza, pero especialmente del canto de la aves de todo Chile.
– Uñumche, dijo con su mística voz, Uñum – pájaro -, y Che – hombre, así es como prefiero que me llamen, lo del Hombre Pájaro es un nombre que me han dado otras personas.
Preferí llamarlo Lorenzo. Lorenzo sabe interpretar el significado del canto de todas las aves de su región, sabe interpretar el comportamiento de tales animales, y sabe cómo funcionan todos los demás ciclos alrededor del canto del ave. Este conocimiento es heredado de sus ancestros y su cultura milenaria.
Varias veces lo han invitado a México a conocer al Ejercito de Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), movimiento que representa la suma de la lucha indígena que resiste las adversidades sociales de la marginalidad tan solo por ser indígenas, pero el no ha tenido oportunidad de conocer este movimiento.
Lorenzo estaba contento por ser el único participante que le solicitaron que volviera a salir al escenario en una muestra cultural de Latinoamerica realizada en China, él reperesentaba a su país y su cultura. Un año atrás los habían reconocido como Tesoros Humanos Vivos, reconocido por la UNESCO, a través de Consejo Nacional de la Culturas y las Artes (CNCA)
Lorenzo son de esas personas que con toda calma te pueden hablar de la vida, la misma vida que otros viven a prisa, dando vueltas sin saber a donde ir. Su visión de salvaguardar la identidad Mapuche era evidente, dedicaba el tiempo a enseñar la lengua mapuche o “mapuzungun” (que significa el habla de la tierra).
Mi visita inesperada era algo que no tenia planeado para sus actividades del día, le pedí que no se preocupara, que siguiera con su día, que para mi era suficiente. Algo había pasado, no se que, pero algo estaba en paz.
Me acompaño a la puerta de su casa y caminamos hasta la orilla del Rio Imperial y señalo un pájaro que volaba arriba de nosotros y me dijo que ese pájaro cantaba cuando llegaba una visita a la tierras de alguien que convivía a menudo con aquella ave.
Nos despedimos, y caminé sin rumbo pensando si era necesario volver a seguir platicando con él, camine a prisa hasta que me di cuenta que podía detenerme a tomar mate, junto al rio.
Paso mucho tiempo hasta que decidí caminar hasta el la punta del Cerro Maule. Mientras pensaba en Lorenzo, mis amigos de la Nueva Imperial, el bosque de los sueños y todo daba vueltas en mi cabeza. Subí al cerro Maule, al atardecer y lo demás fue asombroso. Era el Océano Pacifico, el cielo azul y el Rio Imperial. Es en esos lugares donde la tierra se ve redonda. Donde puedes ver más allá de una planicie.
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