Las regiones con las mayores brechas de desocupación en contra de las mujeres fueron Los Ríos (3,8 puntos porcentuales) y La Araucanía (3,2 pp.), lo que refleja la dificultad de inserción laboral femenina en estos territorios. En contraste, Tarapacá (-2,3 pp.) y Atacama (-1,6 pp.) fueron las únicas regiones donde la desocupación femenina fue menor que la masculina, mostrando un mercado laboral con condiciones algo más favorables para las mujeres en estos casos.
Más allá del desempleo, la desigualdad en la participación laboral –que mide el porcentaje de personas en edad de trabajar que efectivamente están en la fuerza laboral– es aún más marcada. A nivel nacional, la tasa de participación femenina se ubicó en 52,1%, mientras que la masculina alcanzó 71,4%, lo que genera una brecha de -19,3 pp. en desmedro de las mujeres. En todas las regiones se observa este desfase, con las diferencias más pronunciadas en Los Lagos (-21,9 pp.) y Atacama (-21,8 pp.), siempre en contra de las mujeres.
En términos de ocupación laboral –es decir, la proporción de la población en edad de trabajar que efectivamente tiene empleo–, la brecha de género a nivel nacional se situó en -19,1 pp. en desmedro de las mujeres. Las regiones con las mayores diferencias fueron Los Lagos y Los Ríos (-21,4 pp. en ambos casos), mientras que Tarapacá registró la menor brecha (-10,7 pp.), aunque siempre con una menor ocupación femenina.
El estudio también mostró que, en términos absolutos, la creación de empleo en 2024 benefició en mayor medida a los hombres. Mientras que el total de ocupados en el país creció en 82.924 personas, este aumento estuvo impulsado por 113.915 nuevos empleos masculinos, mientras que las mujeres registraron una pérdida neta de -30.991 empleos. En algunas regiones, como la Metropolitana y Valparaíso, la destrucción de empleo femenino fue particularmente alta, con -64.161 y -17.293 empleos femeninos menos, respectivamente.
“Los resultados del análisis confirman que la desigualdad de género en el mercado laboral no se limita a los ingresos, sino que también se refleja en el acceso al trabajo y en las oportunidades de participación. Esto configura un problema estructural que afecta a todas las regiones del país y requiere una respuesta desde las políticas públicas para mejorar la inserción laboral femenina”, señala Patricio Ramírez, coordinador del Observatorio Económico Social de la Universidad de La Frontera y líder del análisis.
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