Categorías: Opinion

Desobedece al tiempo: elige tu propio ritmo

Por Marco Antonio Vásquez Ulloa, ingeniero comercial- contador público y auditor.

Nuestras vidas dependen del reloj. Todo va hoy en forma acelerada. El desplazamiento por las calles, por las veredas en los centros comerciales, todos vamos rápido. Nos incomoda el que va delante de nosotros a un ritmo más lento, el que se detiene a pensar cuando debe pagar, al que se le olvidó la clave de tarjeta o la persona mayor que está realizando un trámite. La modernidad nos promete rapidez y productividad, pero ¿qué queda cuando la vida se nos escapa entre segundos cronometrados?

Carl Honoré, periodista Francés nos da un golpe a nuestro transitar diario y nos invita a elogiar la lentitud. En si libro “Elogio de la lentitud” cuestiona la dictadura de la velocidad en la vida contemporánea. Nos propone el movimiento Slow como un paradigma alternativo para recuperar el equilibrio, bienestar y sentido. No rechaza absolutamente la rapidez en nuestras vidas, sino el arte de elegir el ritmo adecuado para cada momento.

Es necesario que desaceleremos el ritmo de nuestras vidas. Es nuestra tarea, al igual que el director de una orquesta, encontrar para una composición el “tempo justo”. Este acto revolucionario en nuestras vidas nos permitirá comenzar a tener bellos recuerdos. Podremos acordarnos de los instantes vividos, disfrutar de un momento, de un aroma, de una sonrisa, podremos encontrarle sabor y sentido a la vida. Querremos vivirla nuevamente.

Hoy día vivimos en la cultura de la aceleración. La modernidad asocia la rapidez con la eficiencia, éxito y progreso. Esto nos genera día a día estrés, alienación y superficialidad en la experiencia de nuestra vivencia como humanos.

Los economistas Gary Becker y su colaborador Robert Fogel son reconocidos por considerar el tiempo como un recurso escaso, similar a otros recursos económicos, pero de gran importancia. Becker, con su trabajo sobre economía humana, y Fogel, con sus estudios sobre la economía de la esclavitud, analizaron cómo la asignación y el valor del tiempo afectan decisiones económicas individuales y sociales. Para mí, el tiempo no es solo un recurso económico; también es un espacio existencial que determina la forma en que construimos vínculos, identidad y comunidad.

Honoré nos sugiere que la vida actual está dominada por Cronos (tiempo cuantitativo – griegos) y necesitamos recuperas a Kairós (tiempo cualitativo – griegos). Marx, nos indica que la aceleración productiva genera enajenación y Bauman, nos comenta que la rapidez genera vínculos frágiles, relaciones descartables y ansiedad.

Les invito a desobedecer al tiempo. Elijamos nuestro propio ritmo de vida. No toda aceleración mejorará tu productividad. Busca momentos de lentitud que te permitan mayor creatividad, concentración y relaciones humanas más profundas. ¿Te atreves?

Editor

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