Desde 2023 este espacio de manejos sostenibles y biodiversidad es un Faro Agroecológico, un lugar que es visitado por otros productores de la zona, técnicos agrícolas, estudiantes y delegaciones de interesados en conocer prácticas adaptadas al cambio climático y la gestión hídrica, combinando saberes tradicionales con prácticas innovadoras. Además, ha establecido un vínculo con el sistema de salud comunal, por su enfoque de producción saludable, libre de agroquímicos.
Estas son algunas razones por las que el predio de Huentelao, miembro de la comunidad indígena Juan Marín de Pantano, fue elegido por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para lanzar su Política para la Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, cuyo objetivo es que la Agricultura Familiar Campesina e Indígena esté mejor preparada para enfrentar desastres naturales y los efectos del cambio climático, y tenga la capacidad de recuperarse para continuar produciendo alimentos para el país.
Esta política tiene 5 ejes: comprender e internalizar el riesgo de desastres, incorporando el cambio climático como un factor estructural; fortalecer la institucionalidad de INDAP ante este escenario; planificar e invertir en sistemas productivos resilientes, mediante prácticas agrícolas sostenibles y adaptativas; respondedor de forma coordinada, eficiente y eficaz ante las emergencias; y apoyar la recuperación de comunidades, medios de vida y recursos naturales tras los desastres.
La actividad, que marca el compromiso del gobierno con la protección, resiliencia y sostenibilidad de quienes nos alimentan, fue encabezada por el director nacional de INDAP, Santiago Rojas, y el director regional del servicio en La Araucanía, Pablo González; la directora del INIA Carillanca, Claudia Osorio; y el administrador municipal de Traiguén, Jorge Espinoza.
Santiago Rojas explicó que esta política se levantó con participación de representantes de todas las regiones –mediante encuestas, talleres y reuniones–, para que reflejar las necesidades de cada zona, e incluye 13 objetivos estratégicos y 30 acciones que van desde capacitación y mejoras tecnológicas hasta inversiones en infraestructura y planes de prevención. «Antes el enfoque era principalmente reaccionar tras una emergencia. Ahora se prioriza prevenir, preparar y responder de manera más coordinada, reduciendo daños y costos», dijo.
Añadió que un INDAP moderno debe adaptarse a los desafíos del siglo 21 y que sin prevención no hay fomento productivo que sirva: «La Agricultura Familiar Campesina e Indígena produce gran parte de los alimentos que consumimos y es clave para la seguridad alimentaria. Si este sector es más fuerte y puede resistir y recuperarse del impacto de un desastre, como una sequía prolongada, heladas, incendios, lluvias y otros fenómenos extremos, todos seguiremos teniendo la garantía de acceder a alimentos sanos y locales. Es algo que beneficia a todo el país”.
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