Especialista analiza impacto de ley argentina que garantiza el derecho a despedirse de familiares fallecidos de Covid-19

DespedidaSegún la psicóloga Scarlett Isamit de funeraria Inmemoria, esta oportunidad entrega apoyo emocional a los dolientes durante el duro proceso de perder a un ser querido en tiempos de pandemia, debido a lo cual el acompañante designado tendrá que usar equipos de bioseguridad como los que utilizan los médicos.

Morir de coronavirus la mayoría de las veces es morir en soledad, mientras es despedido por personal médico porque la familia no puede exponerse a contagios. Sin embargo, esta realidad cambiará en Argentina, uno de los países de la región más azotados por la pandemia según sus datos publicados, esto porque su poder legislativo aprobó por unanimidad el protocolo que permitirá que un familiar de entre 18 y 60 años acompañe al enfermo que se encuentre en fase terminal.

Una ley que para la psicóloga del Área de Apoyo Humano de Funeraria Inmemoria, Scarlett Isamit, ofrece la tranquilidad emocional necesaria al núcleo familiar que tiene que vivir este proceso nuevo y doloroso. “Una pérdida inesperada es más difícil de llevar, por tanto, es importante ser lo más respetuoso posible con los dolientes y esta iniciativa es parte de una estrategia funcional adecuada, ya que al fin trae algo de empatía con quienes deberán pasar por esto, ayudando a cerrar de mejor manera nuestro acostumbrado ritual de despedida de un ser querido”.

El procedimiento establece que el acompañante del enfermo de Covid-19 no debe tener enfermedades preexistentes que lo incluyan en un grupo de riesgo ni tampoco puede ser una mujer embarazada. Por parte de los centros de salud, éstos deberán entregarle un equipo de bioseguridad al familiar, como los que usan los médicos para permanecer junto al enfermo y prestar servicio de acompañamiento psicológico.

En esa línea, el Gobierno trasandino también publicó unas recomendaciones para el sistema sanitario en todo el país. Las iniciativas en Argentina para humanizar la experiencia de la muerte por Covid-19 abarcan también el tratamiento funerario.

Respecto a dicha humanización Isamit puntualiza que “ya hemos visto cómo a la hora de los funerales el ataúd desde ya va completamente sellado, por tanto compartir con el enfermo con anterioridad es esencial, tanto para los familiares como para quien está en su lecho de muerte, ya que no estar solo en tus últimos alientos de vida, existiendo las formas de hacerlo, es lo mínimo que se debería asegurar a quien deja este mundo”.

Se trata de una iniciativa que está tomando fuerza en el vecino país y que Chile podría replicar, sobre todo, considerando que estamos en el ranking de los diez lugares del mundo con mayor cantidad de muertos por habitante, posición que podría subir si se produce un rebrote en los meses de septiembre y octubre, a raíz de las Fiestas Patrias y las votaciones para el Plebiscito, respectivamente.

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