Estamos a menos de cinco semanas de la instalación de la Convención Constituyente que definirá la nueva Constitución Política de la Republica de Chile. Por primera vez en nuestra historia, quienes la redactarán serán ciudadanos y ciudadanas electas democráticamente por votación popular que deberán, en primer lugar, acordar las nuevas bases de la institucionalidad.
El actual artículo 2°, del Capítulo I, Bases de la Institucionalidad señala que: “Son emblemas nacionales la bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional”. Nuestro escudo de armas que bien representa el respeto a la naturaleza con la presencia de un huemul y un cóndor, dos especies en peligro de extinción, no logra comunicar lo mismo respecto de la diversidad de pueblos y naciones que habitan nuestro territorio tratando de homogenizar bajo los colores blanco, azul y rojo a toda su población.
El escudo de armas tampoco representa el signo de los tiempos y el avance de la humanidad ya que reza: “por la razón o la fuerza”. Una lógica de otros tiempos, en que el uso de la fuerza es la forma de resolver las diferencias cuando aquellos que se encuentran en una posición dominante no logran “hacer entrar en razón” a los más débiles, desplazados, desamparados y/o marginados. Es un llamado que atenta directamente contra la dignidad de las personas.
Si queremos y buscamos sentar las bases de un nuevo pacto social que, basado en el humanismo, entendido como una forma de vida democrática y ética, tendremos que modificar esta nefasta frase que normaliza la violencia.
Los más de quince años de trabajo de Fundación Semilla en no violencia, convivencia y ciudadanía nos permite proponer que un pilar de nuestra institucionalidad sea el diálogo, la participación, la valorización de la diversidad, el respeto a la dignidad de las personas y que estos valores sean recogidos en un lema que rece: “por la fuerza de la razón”.
Por la fuerza de la razón desafía la mente humana a ir más allá de si misma; a buscar información, comprender la realidad, obtener conclusiones o formar juicios en un esfuerzo conjunto y no encerrado en una burbuja. Por la fuerza de la razón incentiva una cultura empática; a ponerse en el lugar de la otra persona o grupo, a hacerlo en comunidad buscando caminos de futuro de mutuo beneficio.
El lenguaje genera realidades. Mientras la frase “por la razón o la fuerza” justifica y promueve la violencia, “por la fuerza de la razón” se convertirá en la base de una convivencia tan necesaria para que todos y todas seamos siempre respetados en nuestra dignidad.
Marcelo Trivelli
Fundación Semilla
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