Por Mario Grandón Castro
El 2023 quedó atrás, atrás también quedó un capítulo de nuestras vidas, para abrir las páginas de un nuevo libro llamado «Año». Las celebraciones se disolvieron en el aire, pero la esencia de la esperanza y la renovación sigue resonando en cada rincón del mundo.
El inicio de un nuevo año es más que una transición en el calendario; es un hito en nuestra existencia que nos invita a la reflexión. En este punto intermedio entre el pasado y el futuro, es natural detenerse y contemplar el camino recorrido, así como el sendero que se extiende ante nosotros.
Este momento nos invita a considerar nuestras experiencias, triunfos y desafíos del año pasado. Las lecciones aprendidas, los logros alcanzados y las adversidades superadas se suman a la riqueza de nuestra historia personal. No importa cuán intrincado sea el tejido de nuestros días pasados, el inicio de un nuevo año nos brinda la oportunidad de renovar nuestro compromiso con el crecimiento y la evolución personal.
En medio de las resoluciones de Año Nuevo y las metas por alcanzar, también es crucial tomarse un momento para reflexionar sobre el estado del mundo que nos rodea. ¿Cómo podemos contribuir a un mundo más compasivo, justo y sostenible en los próximos doce meses? Esta pregunta no solo es relevante para quienes ocupan puestos de liderazgo, para las actuales autoridades y en todos los niveles, sino para cada individuo que comparte este planeta.
El año que dejamos atrás nos recordó la fragilidad de nuestra existencia y la interconexión de nuestras vidas. Las noticias negativas, los desafíos, no pueden pasar desapercibidos. En este contexto, el comienzo de un nuevo año se convierte en una oportunidad para reevaluar nuestras prioridades y trabajar juntos hacia un futuro más armonioso.
La esperanza, como un faro en la oscuridad, guía nuestros pasos en el nuevo año, por el cual ya comenzamos a caminar. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, cada día trae consigo la promesa de nuevas posibilidades y oportunidades para impactar positivamente nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
Mientras nos sumergimos en este 2024, llevamos con nosotros la experiencia del pasado y la promesa del futuro. Que este nuevo año sea un viaje de autodescubrimiento, solidaridad y acción positiva. Juntos, podemos tejer historias que enriquezcan el tapiz de la humanidad y el propio de nuestra comunidad mallequina y construir un mundo más resiliente y compasivo. Con fe en Dios y la esperanza de días mejores iniciamos este nuevo viaje a través de este calendario 2024.
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