Luego de un nuevo 8M insistimos en que los cambios deben provenir de todos los actores. Los Estados, las empresas, las organizaciones y la sociedad en su conjunto. Un paso ineludible es cambiar nuestro sistema de creencias, apropiándonos de los valores de la igualdad de oportunidades, inclusión y no discriminación. Así actuaremos de manera más sensible frente a los sesgos (conscientes o inconscientes), al uso de un lenguaje no excluyente y a la promoción de prácticas de afirmación positiva que ayuden a nivelar la cancha para eliminar las brechas.
Invitamos a ampliar la mirada a toda la diversidad de mujeres cuyas voces y realidades a menudo son más invisibles o marginadas, como las asalariadas agrícolas temporales, las campesinas, las habitantes rurales y las migrantes. En concreto a complejizar los abordajes, pues a las barreras de género se suman otras, provenientes de las diferencias de zona de residencia, de nacionalidad y de clase, dando sentido a la perspectiva interseccional. El reconocimiento de la heterogeneidad nos situará en el camino hacia soluciones específicas y contextualmente relevantes.
Pamela Caro y Vanessa Zúñiga
Centro CIELO Universidad Santo Tomás
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