Master y Doctorando en Finanzas
Académico Facultad de Administración y Negocios
Universidad Autónoma de Chile
Llegamos al mes de la patria, y continuamos viendo en los titulares de medios, que aquella idea de fortaleza del sistema financiero y sus actores, particularmente bancos respecto a su ciber accionar, evidencia cierta debilidad, ya que se ha llegado a la sexta filtración de datos.
Organismos como el Foro Económico Mundial, desde hace algunos años ha venido resaltando a través del Report Risk Global la preocupación por los ciberataques, y particularmente, la amenaza o fraude de datos. Asimismo, consultoras en el área de riesgos y fraudes, como Kroll, en su informe 2017-2018, llaman la atención sobre el incremento de incidentes. En la misma línea, el informe Allianz Risk Barometer 2018, resalta los ciber incidentes como foco de atención, así como también a las nuevas tecnologías. Cabe mencionar que ambos figuran dentro de los tres riesgos subestimados por las empresas, y que específicamente para América, el primero aparece liderando la lista. Los estudios anteriores, algo de atención debiesen demandar de parte de profesionales y organizaciones.
Adicionalmente, si consideramos entre las múltiples opiniones que han surgido, la vertida por el órgano fiscalizador de estas entidades, en torno a una filtración de datos, en la que se señaló que “no tiene potencialidad de causar daño”, y ello porque “no tendría valor transaccional”, deberíamos reflexionar en torno a un valor esencial de cualquier organismo –sea un país, un gobierno, un ente público o privado, y naturalmente, las personas-, y que resulta esencial para su supervivencia y sostenibilidad en el tiempo, esto es, la confianza. Así, a los múltiples riesgos a los cuales las organizaciones se enfrentan, debemos recordar el riesgo reputacional, el cual es un elemento de impacto estratégico que tiende a surgir de otros riesgos, por ejemplo, el operacional, y que si bien puede no expresarse directamente en una defraudación monetaria, sí redundará potencialmente en una merma de clientes y negocios, perturbando probablemente también a otros entes, pues la sombra de la duda, y los naturales temores y aprehensiones de la comunidad, no harán distinción entre una y otra entidad.
Es de esperar que no sólo el sector afectado, sino también otros, así como autoridades, directivos y gremios, entre otros, puedan aportar a salvaguardar la imagen de las instituciones, procurando las medidas procedimentales, de protección de datos, sancionatorias, comunicacionales, y otras que sean necesarias, para gestionar, controlar y evitar que eventos similares se repitan en un futuro inmediato. El costo puede ser alto.
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