Humberto Maturana fue un científico de excelencia capaz de comunicarse con la gente, porque fue un apasionado del lenguaje y propuso que los seres humanos convivimos en el lenguaje:
“Como el convivir humano tiene lugar en el lenguaje, ocurre que el aprender a ser humanos lo aprendemos al mismo tiempo en un continuo entrelazamiento de nuestro lenguaje y emociones según nuestro vivir. Yo llamo conversar a este entrelazamiento de lenguaje y emociones. Por esto el vivir humano se da, de hecho, en el conversar”.
Que importante sería si nuestras élites comprendieran que el vivir humano se da en el conversar y no en la repetición de slogans y frases sin sustento que se dicen desde el pódium al que solo acceden quienes creen ser poseedores de la verdad.
Maturana, como científico, tuvo la humildad de reconocer que la objetividad no existe y que se utiliza para someter a otros. Que la convivencia se da en el ponerse de acuerdo y, en ello, el lenguaje y la práctica son fundamentales. Esto es el proceso de socialización que se ve amenazado por el enclaustramiento de las élites en grupos endogámicos que no conversan ni dialogan con los demás.
No es casualidad la poca confianza que la ciudadanía tiene en las instituciones. La última encuesta del CEP informa que las instituciones con niveles de confianza bajo un 20% son las iglesias evangélicas y católica (17%), empresas privadas (14%), tribunales de justicia (12%), televisión y ministerio público (11%), gobierno (9%), congreso (8%) y partidos políticos (2%).
Lamentablemente en Chile y, en general en América Latina, las élites no dialogan con la ciencia. Los y las científicas no son escuchados a la hora de diseñar política pública ni tampoco para rediseñar el actual modelo de desarrollo rentista y extractivista. La ciencia es percibida por las élites como un lujo que no puede permitirse el país bajo el pretexto de las necesidades de la población.
En Fundación Semilla valoramos y nos enriquecemos de la diversidad. Somos estudiosos y reconocemos a Humberto Maturana como un gran intelectual con sentido común. Por ello nuestro pequeño homenaje a su vida y su obra ha sido difundir esta cita que nos interpreta plenamente:
“Hoy el problema de la educación no es de la inteligencia, sino de la emoción. Si no me encuentro con el otro y no lo valoro como un igual, con emociones y sentimientos propios, no podemos educar. La educación no es sobre conocimientos, es sobre encuentros. Si guío la mirada, entonces amplío el entendimiento y puedo educar”.
Marcelo Trivelli
Presidente Fundación Semilla
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