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Más de 2 mil 300 intentos suicidas en La Araucanía: Expertos impulsan estrategias interdisciplinarias para abordar la crisis

Académicos de la Universidad Católica de Temuco advierten sobre la urgencia de mejorar el acceso a la salud mental y proponen un enfoque integral que combine la intervención psicológica, la formación de redes de apoyo y la supervisión clínica.

La región de La Araucanía enfrenta un panorama preocupante en materia de salud mental juvenil, con 2.390 notificaciones de intentos suicidas registradas, según informó  el Seremi de Salud, Andrés Cuyul. Ante esta alarmante realidad, especialistas de la Universidad Católica de Temuco (UCT) analizan el fenómeno desde diversas disciplinas y enfatizan en la necesidad de una respuesta coordinada.

La Dra. Ana Barrera, directora del Magíster en Intervención Psicosocial para la Salud Mental y el Dr. Christian Beyle, director del Departamento de Psicología, explican que la adolescencia es una etapa de profundos cambios biológicos, emocionales y sociales, lo que aumenta la vulnerabilidad ante trastornos de salud mental como la depresión.

Más allá del impacto inmediato, advierten que las dificultades psicológicas en esta fase pueden generar efectos en otras áreas del desarrollo, “tales como problemas en el rendimiento académico y laboral, dificultades en las relaciones interpersonales y un mayor riesgo de desarrollar otros trastornos en la adultez”.

Por su parte, la Psicóloga Ana María Salinas, jefa de carrera de Psicología, subraya la gravedad del problema a nivel nacional desde los datos del Ministerio de Salud, considerando que “en 2019 Chile ocupaba el sexto lugar en Latinoamérica en tasas de suicidio y La Araucanía se posicionaba como la región más afectada”.

Además, destaca que entre 2022 y 2024 la demanda de atención psiquiátrica en menores de 15 años aumentó un 103%, mientras que más de 15.000 niños/as y adolescentes siguen en lista de espera para hospitalización psiquiátrica.

Estrategias

Uno de los principales desafíos en la prevención y tratamiento de los trastornos mentales es la dificultad para acceder a los servicios especializados, a partir de factores  sociales, culturales y económicos de los consultantes  y del mismo sistema de salud.

A esto se suma el impacto de la discriminación en salud mental, especialmente en jóvenes de identidades sexogenéricas, pertenecientes a pueblos originarios y migrantes, grupos en los que la evidencia nacional e internacional reconoce un mayor riesgo de sufrir depresión y conductas suicidas en compación con la población general.

En el ámbito económico, la Dra. Barrera y el Dr. Beyle explican que, si bien la depresión en adolescentes está cubierta por el GES, lo que constituye  un apoyo significativo, “la alta demanda de atención, junto con la alta rotación de personal y falta de psiquiatras, no permiten que todas las personas reciban un tratamiento continuo».

También existen  otros factores que actúan como barreras de la búsqueda de ayuda psicológica, como la desinformación que tienen las personas respecto a la salud mental y el estigma negativo asociado a los problemas psicológicos. Todo ello puede incidir en el reconocimiento de un problema de salud mental, en la detección de signos de alarma o la demora en la búsqueda de ayuda profesional.

Para llevar estos planteamientos a cabo y enfrentar a esta crisis, los académicos enfatizan en la importancia de fortalecer el trabajo interdisciplinario, donde proponen generar espacios de supervisión clínica y mentoría, donde profesionales con experiencia guíen a sus colegas en el manejo de casos complejos.

A su vez,  en nuestro programa de Magíster en Intervención psicosocial para la salud mental estamos formando a distintos profesionales como trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales y profesores en estrategias de intervención psicosocial en salud mental, las cuales apuntan a prácticas de promoción y prevención, hasta las de empoderamiento e intervención ambiental y proyectos sociales. Estas estrategias pueden implementarse no sólo en el ámbito educacional, sino también en redes de salud, ámbito comunitario, laboral, entre otros espacios donde la salud mental tiene una importancia fundamental.

Además, recalcan la necesidad de construir redes de apoyo que integren a familias, docentes, psicólogos, trabajadores sociales y personal de salud, fomentando la detección temprana de signos de alarma.

“Es fundamental formar comunidad y que todos los actores involucrados tengan herramientas para identificar y abordar estos problemas a tiempo”, concluye Salinas, subrayando que la prevención y el tratamiento de la salud mental deben ser abordados con una visión integral y colaborativa.

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