Las migraciones de aves ocurren desde hace miles o millones de años, sin embargo, desconocemos los patrones de migración de muchas especies. Por ejemplo, en Chile aún desconocemos los del Chorlo de campo (Oreopholus ruficollis) o Chorlo doble collar (Anarhynchus falklandicus) que suelen observarse en humedales de Chile central en otoño-invierno; o los del Picaflor chico (Sephanoides sephaniodes), un ave de 5 gramos, que es más abundante en las ciudades durante el invierno. Lo que sí sabemos, es que distintas actividades humanas como la contaminación, la destrucción de bosques y humedales, aerogeneradores, e incluso el cambio climático, están afectando negativamente las aves migratorias.
Hoy debemos recordar que muchas de las aves que están en nuestro entorno han tenido que realizar migraciones de miles de kilómetros para llegar ahí, solo para alimentarse o reproducirse. La migración es parte de la naturaleza. Que este 11 de mayo, día de las aves migratorias, también nos lleve a repensar nuestras acciones con la naturaleza: la naturaleza se mueve, es tiempo que nosotros también nos movamos para conservarla.
Heraldo Norambuena, investigador Centro Bahía Lomas Universidad Santo Tomás
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